miércoles, 22 de enero de 2014

A mi madre, el día que celebramos sus 90 años.



A mi madre, el día que celebramos sus 90 años.


Casi siempre decimos cosas amables de las personas cuando ya no pueden oírlas. Las palabras agrias las regalamos en vida y las dulces las reservamos para el momento en que ya no están.  Qué absurdo. Cuánto callamos lo bueno.

La suerte se ha puesto de nuestro lado permitiéndonos que hoy podamos estar con mamá y que siga tan vital. Ahora juega en tiempo de prórroga, no sabemos durante cuánto tiempo, aunque si hay algo que siempre me ha sorprendido de mi madre es la naturalidad con que asume todo lo que le sobreviene. Lo bueno y lo malo.

La verdad es que mamá ha sido la mujer de mi vida. De ella he aprendido las mejores lecciones. Y las quiero escribir para que se sepa. La primera lección que me enseñó mi madre es que la humildad es el mejor atributo de una persona. Visto lo visto mi madre es de la época de Tutankamón. En un mundo de continua ostentación ser sencillo no es lo más. Incluso suena ridículo. Nadie educa para la sencillez.

La segunda lección que me ha enseñado a lo largo de mi vida es que en la vida no se puede tener todo. Esa lección me toca mucho las narices, francamente. No siempre estoy en  disposición de renunciar. Y peor me sienta cuando me dice que tenerlo todo no es bueno porque se deja de apreciar el valor de las cosas.  Qué rabia da.

Siempre me ha encantado la discreción con que mi madre se ha comportado toda su vida. La capacidad que ha tenido siempre para saber estar sin ofender. Creo que eso la ha convertido en una mujer apreciada. No sólo por nosotros. Tomad nota.

Escribiendo me estoy dando cuenta de lo mucho que tengo – tenemos- que agradecerte. Siempre la última a la hora de escoger. Lo mejor para los hijos. Tú después. Mis hijos no dirán lo mismo de mí. Yo no soy tan resignada. Necesitaría más de una vida para ser como tú.

Aprovecharemos el tiempo que nos quede contigo. Te cuidaremos hasta el final. Como tú nos cuidaste desde el principio.

Felicidades mamá, tú eres el origen de todos los que estamos aquí. Gracias.

 

Lourdes                                                  13 de enero de 2014

 

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