lunes, 31 de agosto de 2015

Back to work. Back to blog.

                                                            Holidays are over.
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Cuentos para desperezar el alma. El bazar de las letras. Por Lourdes Vicente.

 cuentos para desperezar el alma                                                                                                       


  
El bazar de las letras.


Aquella mañana Bhira se levantó temprano. Apenas después de la salida del sol. Se aseó y recogió en una bolsa de cuero las monedas que celosamente había guardado. Después caminó  hasta el punto más alto de la ciudad. Adoraba la vista  desde allí. Cerró los ojos, se soltó el cabello  y respiró el aire sembrado de olores. Fez se extendía allí, un poco más abajo, con sus innumerables y  laberínticas callejuelas. Un imponente enjambre medieval.


Se cubrió el cabello cuidadosamente mientras atravesaba la puerta de Bab Bob Jeloud.  La medina se abría ante ella, en una actividad frenética que a ella le divertía mucho. Buscaba un regalo para su amigo Asmun, algo especial. Tan especial que no traía idea alguna consigo.


Transitó  la medina a conciencia, oculta entre el gentío, burros cargados de enseres y mulas arrastradas. Rebuscó entre los curtidores, los sastres y los ebanistas. No encontró nada a la altura de  sus escasos dírhams. Nada que le pareciera especial.


Entretenida en sus pensamientos olor a fruta, menta y especias se encontró, súbitamente, frente a una pequeña tienda . Un rótulo manuscrito en cartón colgaba de un alambre en la pared:  “El bazar de las letras”. En el centro, una mujer de piel color arcilla y cabellos largos, rubios y enredados se servía un té y le ofreció asiento y una taza. Bhira se acomodó entre cojines y bebió sin reparo. Tenía la ilusión exhausta.


La voz de aquella mujer le pareció tan dulce y evocadora que se sintió mecer por sus palabras y -en aquella cómoda compañía- le habló de Asmun  y del regalo que no iba a poder hacerle. La mujer, entonces,  le extendió un saquillo de letras y se lo colocó entre las manos.


-Ve a casa.  Aprende a leer tu corazón sosegado y escribe con estas letras lo que te dice. Es el mejor regalo que puedes hacerle a tu amigo. Las palabras son como dardos que puedes dirigir en uno u otro sentido. Busca el tuyo.


Bhira asintió como si entendiera y agradeció el consejo a la mujer.  Entregó  unos dírhams, asió el saquillo  y se marchó a casa.


En su alcoba, acomodada ya en su lecho,  extrajo las letras y las dispuso combinándolas al azar. No encontraba el sentido. Ningún sentido . Hasta que se durmió cansada y abatida.


Al día siguiente, al terminar la escuela, emprendió  un día más el camino de vuelta a casa con Asmun.  Al despedirse, Bhira le entregó un dibujo en un papel doblado.


-          - En toda la medina no he encontrado nada especial que regalarte, tan sólo poseo un saco de letras pero aún no sé leer mi corazón y no encuentro  las palabras que expresen lo que siento. – dijo Bhira consternada mirando al suelo.



Asmun  no fue capaz de responder ni una sola palabra. A cambio llenó sus manos de besos y le abrazó el alma. Bhira recordó las palabras de la mujer rubia de El bazar de las letras. Y se sonrió. Como si entendiera.



Cada uno, por separado, emprendió –como cada día- el camino de regreso a casa.

Las gallinas, las mulas y los burros también.







  
lourdes vicente









  
*En árabe Bhira significa “sin respiración”.

*En árabe Asmun significa “compañero”.