cuentos para desperezar el alma
El director de la orquesta
desafina
El director
de la orquesta desafinaba de lo lindo.
Desafinaba
tanto que era imposible terminar de tocar una pieza bajo su dirección.
Algunos decÃan que ni siquiera le gustaba la
música.
Y nadie
entendÃa cómo era posible que un director fuera tan torpe.
- -
Qué
mala suerte. - pensaban todos.
Los mejores
músicos solicitaron plaza en otras orquestas.
Parece que
otros decidieron quedarse y aprendieron a desafinarse.
Otros sacaban
las cartas a mitad de una pieza y se ponÃan a jugar.
Los hay que
se ponÃan enfermos el dÃa del concierto. Por pereza o por vergüenza.
Pero nada, el
director de la orquesta seguÃa desafinando.
Cada vez
sonaba peor.
ParecÃa que
a nadie le importaba.
Asà que al
último concierto asistieron todos los
sordos del reino, que eran muchos.
El director
los vio y se sonrió.
- - Han
venido de muy lejos para verme. – se congratuló
públicamente.
Y tanto
empeño puso en desafinarse ese dÃa que cuando terminó el concierto sólo
quedaban él y todos los sordos del pueblo.
A los
músicos ni siquiera los habÃa oÃdo marchar. Tan torpe era.
lourdes
vicente
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